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Metalarte es una empresa que ha definido su personalidad por la convivencia de lo nuevo con lo tradicional. El yin y el yan aplicado a la producción que ha dado como resultado la posibilidad de mantener un catálogo que ha equilibrado futuro y pasado.

Lo que Metalarte pretende en sus creaciones es hacer aparecer la luz de formas aún por descubrir, impregnado siempre de iluminación natural, una paradoja cuando se trata de creadores de lámparas.

La última escala de este recorrido expresa una vez más la dualidad de metalarte: el espíritu de cambio, con la creación de una nueva sede, y el romanticismo de las empresas familiares, que ha hecho que la empresa no se trasladara a otra población.

Las nuevas dependencias de metalarte, enfundadas en un edificio curiosamente oscuro, un negro que da personalidad propia en un contexto de zona industrial, expresan en su interior lo que son las claves de su funcionamiento:

junto a un almacén y a diáfanos despachos, un amplio show-room que, además de mostrar de manera relajada y cómoda sus productos, destaca la voluntad de resaltar el espíritu de creación artística. Y un laboratorio de investigación, en el cual, los técnicos de la empresa exploran y comprueban la eficacia de sus creaciones. Un espacio nuevo para una idea de antiguo alquimista: hacer aparecer la luz de formas aún por descubrir.

Todo ello impregnado de iluminación natural, una paradoja cuando se trata de creadores de lámparas. Pero en Metalarte saben que su trabajo va más allá del objeto y que la luz no es sólo un concepto abstracto, sino una materia con la que trabajan. Por eso no han caído en el recurso obvio y evidente de convertir el vestíbulo de sus dependencias en un escaparate de sus productos.

Lo que han creado es una etérea instalación de luz, la verdadera esencia de metalarte.

La historia de las empresas la forjan las personas. Gente emprendedora que se lanza a un proyecto con la fe de que un negocio no es sólo un balance económico. Antonio Riera Cortés, tras recoger el testigo de su padre, optó por conducir metalarte por el camino del futuro.

Como si se tratara de un descubridor en busca de nuevos mundos, Riera se lanzó a la aventura de conocer el activo mercado europeo del diseño de principios de los años sesenta. Italia representó para él un nuevo Eldorado de imaginación.Pero lejos de reproducir una mimética réplica de otros productos, reunió a un grupo de pioneros dispuestos a ocupar un terreno hasta entonces desierto y convertirlo en un fértil territorio. En los años setenta, Riera viajó a Nueva York donde conoció a George W. Hansen con quien establecerá unos vínculos profesionales y de amistad. Fruto de esta relación, metalarte lanza la célebre -y copiada hasta la saciedad- lámpara Swing-arm, que Hansen había diseñado justo al terminar la Segunda Guerra Mundial. Otro de los grandes colonizadores de la innovación fue André Ricard quien, con su célebre lámpara Tatú, revolucionó a finales de los sesenta el mercado español, no sólo por el nuevo concepto de iluminación destinada a un uso concreto, sino también por sus aportaciones estéticas.

En esta época de innovación, los pioneros crearon nuevas referencias en el mundo de la iluminación con piezas que, de ser en su momento plenamente sorprendentes, acabaron finalmente convirtiéndose en clásicos. El modelo Calder 1974, nombre que hace referencia al artista de vanguardia que supo combinar en sus creaciones lo profundo y lo lúdico, ha permanecido en catálogo durante todos estos años. Su creador, Enric Franch, fue otro de los pioneros que supieron anticiparse al futuro, asumiendo, como todos los innovadores, la posibilidad de ser víctimas de la incomprensión. Pero como ya dijo Virgilio siglos atrás, proba-blemente a la luz de una lámpara de aceite: La fortuna ayuda a los audaces.

Muchos de los grandes cambios en la industria y en la propia vida se han apoyado en la tradición. Este es el caso de metalarte. Su visión contemporánea y, en muchos casos, vanguardista del mundo del diseño y de la iluminación se fundamenta en una historia sólida y emprendedora. Una saga familiar que tiene sus orígenes en Construcciones Riera, fundada por Antonio Riera Clariana, gracias a la cual sus hijos Antonio y Carlos descubren su pasión por lo que entonces aún se denominaba artes aplicadas.

En 1932 el patriarca funda un taller de metalistería en donde se realizaban los herrajes necesarios para cualquier tipo de obra. Conocido primero comoMetalls Arts tuvo, tras la Guerra Civil, que castellanizar su nombre. Es entonces cuando la empresa Metal Artes, bajo la dirección de Antonio Riera Cortés, se especializa en iluminación. La empresa recibe un nuevo impulso cuando, el 18 de febrero de 1963, se inician las obras de construcción de una fábrica en Sant Joan Despí, localidad vecina de Barcelona.

Con la incorporación de la segunda generación al frente de la empresa se crea un catálogo de producción y se adoptan nuevas ideas. Riera pone especial cuidado en la imagen no sólo del producto sino también de la empresa. Transforma el nombre en su actual denominación, renueva el logotipo, crea un catálogo exclusivamente de iluminación e incorpora junto a la figura del diseñador industrial la del diseñador gráfico. La tradición y vanguardia conviven en una producción que da cabida tanto a la oferta neoclásica como a los diseños innovadores.

La voluntad de avanzar en este último sentido coincide con la eclosión, a finales de los setenta, del diseño en Europa. Metalarte lucha con éxito para despertar el difícil mercado español que con los cambios sociales que se producen en esos años ncrementa su exigencia imaginativa y de calidad. En los ochenta, la empresa da un nuevo impulso con la incorporación de una nueva generación de diseña-dores forjados en la conciencia de que su trabajo no es sólo libre y creativo, sino también necesario.

La década de 1990 arranca con la voluntad de hacer frente a los nuevos retos creativos y empre-sariales que marcan la época.

La incorporación, en el presente siglo, del grupo J. Feliu de la Peña como accionista mayoritario de la empresa sitúa en ruta hacia al futuro a una empresa que con un constante anhelo de superación y de calidad ha optado siempre por el riesgo de la innovación y por la apuesta de nuevos valores creativos.

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